
La Iglesia de San Antonio de Padua tiene sus raíces en una ermita fundada por el portugués Gonzalo González hacia 1570. Aunque poco se sabe de sus primeros años, el 30 de enero de 1617 se elevó a la categoría de parroquia por orden del obispo Antonio Corrionero, convirtiéndose en la primera sufragánea del templo matriz de San Pedro de Vilaflor. El edificio fue reconstruido en dos ocasiones: en 1645 y entre 1711 y 1733, alcanzando en esta última etapa su forma esencial y definitiva. Su fase constructiva culminó en el siglo XIX con la incorporación de la torre. En su interior, la iglesia alberga un destacado conjunto de bienes muebles, incluyendo valiosas piezas de imaginería, retablos y ornamentos litúrgicos, todos de gran relevancia histórica y artística.